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Uveítis

Una uveítis es una enfermedad poco frecuente que puede aparecer a cualquier edad, incluyendo la infancia, y que puede conllevar un grave riesgo de perder visión. Es una inflamación ocular profunda. Se trata de una urgencia médica y que sin tratamiento conduce a perder visión. Es más frecuente entre los 20 y 50 años.

 

A pesar de no ser muy frecuente, se trata de la tercera causa de ceguera evitable en el mundo desarrollado.

 

La úvea o tracto uveal es una estructura ocular que está constituida a su vez por tres partes diferenciadas, el iris, el cuerpo ciliar y la coroides.

 

El iris es un diafragma que se abre y se cierra al dilatarse o contraerse la pupila, que es el orificio que tiene en el centro; regula así la cantidad de luz que penetra en el ojo. Es además la estructura que nos da el color de ojos.

 

El cuerpo ciliar es una estructura intraocular, está situado detrás del iris y por delante de la retina, a nivel de la superficie interna de la pared del globo ocular y prácticamente rodeando al cristalino, al que está unido por un ligamento anular que se llama zónula.

La coroides es una de las capas de la pared del globo ocular que se encuentra entre una capa más externa que es la esclera ("el blanco del ojo") y otra más interna que es la retina. Es una capa muy rica en vasos sanguíneos, los denominados vasos coroideos.

 

La inflamación de cualquiera de estas estructuras es lo que se conoce como uveítis.

¿Qué síntomas produce la uveítis?

Puede producir ojo rojo, gran sensibilidad a la luz, lo que se conoce como fotofobia, visión borrosa o disminuida, deslumbramiento, moscas volantes que a menudo se describen como marañas, y más raramente motilidad ocular alterada. Los niños afectados de uveítis presentan un riesgo incrementado de padecer glaucoma y cataratas, conduciendo a algunos de ellos a la ceguera a pesar de años de tratamiento y esfuerzos para evitarlo. Muchos de ellos tienen escasos síntomas lo que dificulta enormemente su diagnóstico, por lo que esta demora puede empeorar importantemente su pronóstico visual. 

 

La visión empeora siempre que existe una uveítis, el grado en que lo hace depende de la gravedad de esa inflamación, del tiempo que permanece sin un control adecuado, del número de brotes, de si asocia complicaciones como glaucoma, cataratas o edema macular quístico, y del tratamiento administrado. Puede tratarse de una enfermedad bastante compleja.

 

Dependiendo de qué parte del tracto uveal se inflama podemos clasificar las uveítis en:

 

1.-Uveitis anterior: la más frecuente. A menudo se le denomina iritis por ser esta parte de la úvea la afectada. Cursa frecuentemente con dolor, fotofobia, visión borrosa y ojo rojo.

 

2.-Uveítis intermedia: Es la inflamación del cuerpo ciliar y puede ser incluso asintomática si no asocia edema macular quístico, aunque son posibles las moscas volantes. Cuando no asocia patología de otra índole como posible causa se le suele denominar Pars planitis.

 

3.-Uveítis posterior: Es la inflamación de la coroides o coroiditis. Cursan con pérdida de visión y moscas volantes. Pueden asociar inflamación de la retina denominándose coriorretinitis. 

¿Por qué se producen?

Pueden ser lo que los médicos llamamos idiopáticas, que es como las denominamos cuando desconocemos la causa, siendo muchas de ellas encuadrables en este epígrafe.

 

Otras causas son algunas enfermedades infecciosas como por ejemplo los virus herpes, la tuberculosis, sífilis y toxoplasmosis entre otras; también se deben a algunas enfermedades autoinmunes, reumáticas, etc... 

 

En algunos casos, no en todos, pueden ser necesarias diferentes pruebas analíticas y serólogicas, radiológicas, así como la valoración y consejo de un médico internista experto en este campo, para filiar su origen y ayudarnos en el tratamiento de las enfermedades no oftalmológicas que puedan favorecer el desarrollo de la uveítis.

 

Su oftalmólogo le indicará cuáles son necesarias en su caso particular.

Tratamiento.

La uveítis anterior o iritis se trata con colirios de corticoides y midriáticos, suele tener muy buena respuesta y es menos frecuente que se precise de estudios generales para diagnosticar la causa.

 

Las uveítis intermedias y posteriores deben recibir el tratamiento de la enfermedad causal, de ahí la importancia del diagnóstico general. Suelen precisar corticoides orales o por otras vías. En los casos en que se precise un tratamiento crónico, los efectos secundarios de los corticoides pueden aconsejar tratamientos inmunosupresores. De nuevo en estos casos puede ser de gran ayuda contar con el consejo de un médico internista experto en este tema.

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